Por Pedro Moreno

«(Los magos) se retiraron a su tierra por otro camino» (cf Mt. 2,12)

Este podría ser hoy nuestro titular: se nos fueron los Magos. Sí, un año más y como siempre. Un año más, se podría decir que los Magos pasaron por nuestras vidas y entraron y salieron por nuestros balcones. Todo muy misterioso y muy emocionante; todo muy lleno de magia y encanto… Se nos fueron los Magos de enero, pero, por suerte para nosotros, nos quedan para todo el año sus regalos, sus tres hermosos y aleccionadores regalos. Vamos a recordarlos y a describirlos brevemente; nos podrán ayudar mucho a avanzar con sabiduría por el camino de la vida. Así podremos hablar de los «magos» que duran todo el año. Los «magos» y sus regalos que duran siempre.

De la búsqueda de la verdad y la luz; de la búsqueda del bien siempre

Primer regalo y fantástico, el afán de búsqueda de la verdad y la luz. El afán por encontrar al recién nacido. Fueron ejemplares en la búsqueda, en el estudio y en su mirar al cielo hasta dar con la estrella que anunciaba el nacimiento de un rey especial. Es, amigos lectores, lo más propio y genuino del hombre y, a la vez, lo más noble y santo: buscar y buscar la verdad…, buscar la luz que ilumina el corazón y la vida… Buscar y buscar siempre… El que busca encuentra y al que llama se le abre, dice Jesús en su Evangelio. La búsqueda lleva en sí misma, como anclada en su alma, mucho de felicidad y bienaventuranza. Porque la búsqueda ya es encuentro… No, no se trata de buscar cualquier cosa o de avanzar por cualquier camino en la vida. Se trata de adivinar y de avanzar por las sendas del bien y que conducen al bien. Se trata de dar con la luz que de verdad nos hace más personas y más felices, mejores personas y mejores cristianos. Y eso, inevitablemente, es búsqueda, precioso regalo humano.

De la constancia y firmeza en el camino emprendido

Segundo regalo, la constancia y firmeza en el camino emprendido. La sabiduría, tenemos que reconocer por propia experiencia, no está en empezar, sino en permanecer, en mantenerse fiel al camino que se ha comenzado. A los Magos de enero no les resultó fácil el camino, ni mucho menos… Todo lo contrario, ellos experimentaron la luz y también la oscuridad, la presencia de la estrella y también su ausencia… Soportaron peligros y desconciertos, horas de esperanza y también de desesperanza… Hasta tuvieron que preguntar al rey Herodes… Cuánto tenemos que aprender de esta actitud de los «magos» de siempre para seguir, fielmente, los caminos emprendidos y las metas anheladas. Mucho, mucho tenemos que aprender en lo que toca a la constancia y firmeza en las obras emprendidas, en los caminos del bien y la verdad, del amor o de la paz.

Del cambio radical del corazón y del camino

Tercer regalo de los «magos», el cambio del corazón y del camino. El encuentro con el Rey recién nacido, con el niño en la cueva de Belén, que había venido a ser el Salvador del mundo y el Redentor de los hombres, les cambió radicalmente. La luz del nuevo rey les iluminó el corazón y la cabeza, les cambió el camino y la vida misma. No volvieron por donde habían ido ni cómo habían ido. Eran ya otros hombres y otros «magos», renovados por la luz del Niño de Belén. Es la gran lección para nosotros. Todo encuentro con la verdad, con Jesús, camino, verdad y vida, cambia irremediablemente los corazones y las vidas. Por donde pasa Jesús pasa la conversión, el cambo del hombre viejo al hombre nuevo. Apuntemos y meditemos estas hermosas palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium:

«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por                                    Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (EG, 1).

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