Mons. Cecilio Raúl Berzosa – Obispo misionero en República Dominicana

Este año, para vivir una Navidad  diferente, me he inspirado en cuatro textos de la espiritualidad de san Carlos de Foucauld. Son como brújulas profundas y muy realistas, que nos descubren a Jesús, que nos llenan el corazón, y que nos invitan a actuar en nuestras vidas de forma nueva y  diversa.

Norte: Jesucristo vuelve a nacer hoy, en cada Eucaristía

Escribió san Carlos de Foucauld que la Navidad más importante para él fue la celebración de la misa de medianoche. En ella, recibió el cuerpo santo del mismo Señor. Allí se entregaba el Señor como es hoy, después de más de XXI siglos que vino a este mundo.

San Carlos estaba muy preocupado porque, tampoco este año se había recibido a Jesús como Él merece recibirse. San Carlos sí quería recibirlo y acogerlo. Y se preguntaba, ¿qué tenía para ofrecerle?… Y se respondía, «¿tengo algo mejor, en mi corazón, que una cueva fría y sucia, habitada por animales (pecados)?» … ¡Pobre de mí, por esta pequeña hospitalidad que te ofrezco!

Y, a san Carlos, le nacía una oración sentida y sincera:

Dios mío, lo admito, esta es la triste hospitalidad que te ofrezco. Perdóname, Señor, si la cueva de mi corazón no estaba mejor preparada, y no es un hogar cálido, brillante y limpio. ¡Aunque no lo hice, hazlo esta noche Tú, Señor en mí! Ilumina la cueva de mi alma, ¡oh divino Sol! Caliéntala, purifícala. Transfórmala con tus rayos…

Ayudadme, Santísima Virgen y San José. Que, al igual que vosotros, mi interior esté adorando, con recogimiento y silencio. Que aprenda a besar al Niño con la mirada de amor, como vosotros, sagrada familia.

Quisiera, Oh divina Madre mía, tener a tu Hijo como tú lo tienes, en tus amorosos y tiernos brazos, mientras lo calientas sobre tu corazón, y mientras lo sostienes cerca de ti. Enseñadme, María y José, a besar a vuestro Hijo Jesús, como lo besabais mientras le dabais de comer, o le cambiabais de ropa, o le bañabais; tanto de día como de noche.

Sobre todo, enseñadme a adorar a Jesús de forma continua, en soledad y en compañía, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas, en la oración y en la acción. Ayudadme, familia de Nazaret, a que Jesús crezca en mí y yo disminuya. Sólo así, seré el hermano de todos, el hermano universal, porque descubriré, en todos, que somos la carne misma de Jesucristo. Este es el secreto profundo de la humanidad. (Inspirado en: Carlos de Foucauld, Consideraciones sobre las fiestas del año).

Sur: Jesús mismo elige a sus adoradores

Con la voz y el cántico de los ángeles, Jesús mismo atrae hacia él a los pastores, que son los primeros en querer verse alrededor del Niño, después de María y José. Para los padres eligió a dos trabajadores pobres; para los primeros adoradores elige pastores pobres.

Siempre el mismo amor por la pobreza y por los pobres. Jesús no rechaza a los ricos; también murió por ellos y los llama a todos; los ama, pero se niega a compartir sus riquezas y es el primero en llamar a los pobres.

«¡Qué divinamente bueno eres, Dios mío! Si hubieras sido el primero en llamar a los ricos, los pobres no se habrían atrevido a acercarse a Ti, se habrían creído obligados a permanecer al margen, por su pobreza». (Inspirado en Carlos de Foucauld. Obras espirituales).

Este: Navidad, tiempo de autenticidad y de pequeñez

Si hay un momento del año en el que debemos hacernos pequeños, callar, y escuchar el silencio a través del cual el Señor nos habla, es precisamente durante la noche de la Natividad en la que –solo entre los hombres que viven en la tierra– los pastores de Belén velaron por sus rebaños y escucharon el anuncio del mensaje de salvación.

Había nacido un Salvador, pequeño, débil y sólo los pastores estaban, quizás, en las disposiciones requeridas para tener la sencillez de partir en busca de un recién nacido cuya calidad de Mesías sólo lo indicaba el signo de su pobreza y sus pañales, situación compartida. por la mayoría de los bebés que nacen en el mundo todos los días! Creyeron con la sencillez de su corazón.

«¡Ojalá hayas escuchado y comprendido lo que el Señor tenía que decirte en este aniversario de su nacimiento!». (Inspirado en: René Voillaume, En el camino de los hombres).

Oeste: vino a los suyos, y los suyos no le recibieron

Porque no queremos cambiar, no podemos dar la bienvenida a Jesús, no queremos vernos en su Luz. Y aquí está nuestro drama. A veces damos la impresión de querer buscar a   Dios, y hasta lo decimos, pero no queremos perturbar nuestra comodidad; no queremos derramar las lágrimas necesarias.

Desafío a cualquier hombre que diga: «¡Busco a Dios y no lo encuentro!». Inténtalo todos los días, aconsejo, con la verdad; cotidianamente, libérate del demonio del orgullo y del sofocante grosor del egoísmo; erradica todo el racismo que hay en ti, y da la bienvenida a cada hombre como un hermano, y verás lo que sucede.

Porque al vivir el Amor, al buscar la Verdad, al respetar la Vida, se vive, se hace, se respeta a Dios que está en ti. No es como si Dios entrara en ti, ahora, que te has vuelto «bueno». Él ya estaba allí, siempre ha venido y siempre viene.

Pero ahora que puedes verlo porque has purificado tus ojos, has ablandado tu corazón, y has bajado hasta de rango y de altura, recuerda: «Él ya estaba allí; la única dificultad fue que no lo viste porque no estabas preparado para ello». (Inspirado en Carlo Carretto, El Dios que viene, Casa San Girolamo – Spello. O Casa de espiritualidad de la Acción Católica Italiana).

A la luz de esta espiritualidad tan sencilla y profunda, ¡felices santos días de navidad 2023, y fecundo y santo año nuevo 2024!