¡Santa y Feliz Navidad!

Antonio Maroño Pena, SSP

Navidad no es solo el aniversario o cumpleaños de un Niño, muy especial, que nació hace más de dos mil años. Es más, mucho más que eso. Navidad es la plena actualización, en el «hoy» de nuestra historia, del Nacimiento del Hijo de Dios, que une a su naturaleza divina la realidad de nuestra carne, con todo lo que ello lleva consigo, menos el pecado. «Entre el ayer de Belén –escribe José Aldazábal– y el mañana de la parusía está el “hoy” de cada Navidad, el Dios-con-nosotros que nos quiere comunicar su vida, su luz, su alegría».

Es sorprendente la proximidad y cercanía con que Dios se nos hace presente, a nosotros, sus pobres criaturas, mientras que nosotros nos obstinamos en ubicarlo lejos, muchas veces más allá del tercer cielo, rodeado de toda la corte celestial. Pero no es así: Dios nos sale hoy al encuentro, como a los pastores de Belén, y nos anuncia también a través del ángel: «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: “hoy”, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor».

Comentando estas palabras del evangelio de Lucas, se expresaba así el inolvidable papa san Juan Pablo II en una de sus últimas homilías de la noche de Navidad: «Este Niño recién nacido… es señal de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos; señal de liberación para todos los pobres y oprimidos; señal de misericordia para todos los que se encuentran encerrados en el círculo vicioso del pecado; señal de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado; señal pequeña y frágil, humilde y silenciosa, pero llena de la fuerza de Dios, que por amor se hizo hombre».

Nuestra más ferviente y cordial felicitación navideña a los suscriptores y lectores de Cooperador Paulino. Que el Niño-Dios nacido en Belén sea fuente de gracia y bendición para todos nosotros, no solo en estos alegres y festivos días de Navidad, sino a través de todo el Año Nuevo 2020 que acabamos de comenzar.