«El Sínodo de los Obispos es una asamblea de obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre en Romano Pontífice y los obispos, y ayudar al Papa con sus consejos…» (IC 342). Se trata de una institución eclesial antigua que fue revitalizada por el Concilio Vaticano II. Tiene carácter consultivo, no deliberante, a no ser que el Papa le otorgue expresamente tal función y apruebe sus conclusiones. Puede ser territorial, si su convocatoria afecta a una región, a un país, a un continente; o general, si se extiende a todo el mundo.

La próxima Asamblea Sinodal Especial será de carácter regional, ya que su convocatoria afecta a una región determinada: la región Panamazónica, situada en la cuenca del Amazonas, que abarca amplias partes de 9 países iberoamericanos (Brasil, Venezuela, Guayana Francesa, Guayana Inglesa, Surinam, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia). Es un amplio territorio de casi 8 millones de kilómetros cuadrados; una de las mayores reservas de biodiversidad, ya que ostenta del 30 al 50% de la flora y de la fauna del mundo y el 20% de agua dulce no congelada de todo el planeta. Pero toda la riqueza ecológica de esta gran comarca, de su selva y de sus aguas, se está poniendo seriamente en peligro por la sobreexplotación económica de sus recursos: la intensificación de la tala de la selva, la contaminación de los ríos, los derrames petroleros, la minería legal e ilegal, la fabricación de drogas y el narcotráfico.

Su población -unos 34 millones de personas-, está lacrada por la exclusión y la pobreza, a pesar de que, como subrayó el Papa Francisco en Puerto Maldonado, Perú: «Su cosmovisión y su sabiduría tienen mucho para enseñarnos a quienes no pertenecemos a su cultura. Todos los esfuerzos que hagamos para mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos». Amazonía somos todos.

-P. Antonio Maroño Pena, SSP