Ene 6, 2023 | Cooperador paulino

Los tres Reyes Magos. Modelos de viaje o camino

Cooperador paulino

Por Pedro Moreno

«¿Qué es esa conversación que traéis mientras
vais de camino? Ellos se detuvieron con aire
entristecido» (cf Lc 24,17).

La vida, mi vida, es como un camino

QUE la vida, la vida de cada uno, es como un camino, con todas sus grandezas y todas sus miserias y dificultades, es conocido y admitido por todos. El testimonio más bonito y certero quizás sea el del papa Benedicto XVI en su encíclica sobre la esperanza, Spe salvi:

La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta (n. 49).

A las palabras del Papa podemos añadir también las de nuestro viejo y sabio poeta cuando escribe: «Esta vida es el camino para el otro que es morada sin pesar…». Y aún es bueno añadir la letra conocida y cantada mil veces: «Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás; contigo por el camino santa María va». Bella y acertada metáfora, esta del camino, para describir la vida, la vida de cada uno.

 

Los tres enemigos del «alma» de la vida

Lo propio de todo camino, de cualquier viaje que uno pueda emprender, es pararse y revisar la ruta de vez en cuando. Analizar cómo vamos y por dónde vamos. Solo así podemos mantenernos en el camino recto y evitar posibles desviaciones y peligros.

Cuando damos el salto de un año a otro, en este caso, del año 2022 al nuevo año 2023, cuando miramos más a lo que dejamos atrás y soñamos también más en lo que nos espera, se impone ese parón obligado para analizar el viaje de la vida: cómo vivimos y hacia dónde nos dirigimos…

Nos conviene saber que el camino, el de cada uno, siempre está amenazado por algunos enemigos y peligros, que hemos de conocer para superarlos y vencerlos, para que no nos detengamos entristecidos como los de Emaús.

Estos son los tres enemigos a los que hoy nos referimos: el tedio, el cansancio y el desánimo. Pueden matar el «alma» de la vida.

Tengo para mí, como modelos eternos del buen hacer en el camino, el ejemplo inmejorable de tres personajes bíblicos. Que superaron todo tedio, todo cansancio y toda posible desilusión.

El tedio, que rompe el alma

El tedio, que es rompimiento del alma y el desencanto por doquier, es enfermedad especialmente grave y cunde fuera y dentro de la Iglesia, en gente joven y en gente más mayor, en hombres y mujeres por igual. El tedio genera desencanto y tensión permanente en nuestros trabajos y en nuestras comunidades. El tedio, se ha escrito, enfría y congela nuestra psique, amenaza la vitalidad de nuestro espíritu. Mal enemigo, como vemos, para el viaje de la vida. Nos puede paralizar con aire entristecido.

 

El cansancio, que paraliza los pasos

Escuchamos con frecuencia frases como estas, que salen del alma: «yo ya estoy cansado…», «esto ya no es lo mío…»., «yo ya he cumplido en la vida…». Cansados por los años o cansados porque parece que lo que hacemos no sirve para nada. El cansancio pesa y paraliza, es enemigo permanente de la ilusión y el buen espíritu. Malo para estrenar año y etapa nueva en la vida. Nos puede paralizar con aire entristecido.

 

El desánimo, que ahoga la ilusión

Al final, y en mucha gente, lo que cunde y abunda en su vida es el desánimo, por tantas y tantas cosas… El desánimo rompe el tejido de la fe y la esperanza, el tejido de la ilusión que requiere toda obra nueva y todo empeño saludable al iniciar un nuevo año. Nos puede paralizar con aire entristecido.

Tengo para mí, como modelos eternos del buen hacer en el camino, el ejemplo inmejorable de tres personajes bíblicos. Que superaron todo tedio, todo cansancio y toda posible desilusión. Y se encontraron con la luz anhelada. Tengo para mí como modelos de viaje o camino a los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar (cf Mt 2).

Reyes Magos

Foto de Ben White en Unsplash

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